Interpretando a
Schutz (1974), la observación se origina en el mundo de la vida cotidiana. Es
por ello que, aun sin recibir entrenamiento específico en un área profesional o
del saber, los sujetos, cada uno a su manera, son capaces de desarrollar
observaciones en los diferentes dominios del mundo de la vida y, a partir de
ellas, construir conocimientos y saberes.
A decir de Ávila
(2008), las ciencias experimentales fueron las primeras en trasladar la
observación a su ámbito de investigación y desde entonces la observación constituye
una base confiable para la formulación de leyes, de allí el carácter nomotético
de este tipo de ciencia. A esto habría que agregar que, aunque no es una
condición suficiente para hacer ciencia, la observación es una condición
enteramente necesaria.
En una segunda
importación, para seguir utilizando las palabras de Ávila (ob cit), la
observación es trasladada al campo de las ciencias sociales; no obstante,
explica el autor, importar una práctica significa sacarla de contexto para
ingresarla a otro contexto. En este proceso de descontextualización y
re-contextualización, esta práctica pierde ciertas connotaciones para adquirir
otras nuevas. Es así como cada campo disciplinar asume su propia modalidad de
observación que determina sus procedimientos, técnicas e instrumentos y hasta
sus categorías lingüísticas.
En la actualidad
se reconoce la observación como un eje transversal a todos los campos del
conocimiento; tanto en las ciencias experimentales, como en las sociales o
humanas. Ciertamente, en cada una ellas, la apertura al proceso investigativo
inicia con la observación, esto es, como fase previa a la experimentación en el
caso de las ciencias naturales y como
fase previa a la interpretación en las ciencias sociales. No obstante y pese a lo
expuesto, sobran razones para cuestionar una mirada ingenua, desocupada de premisas, toda vez que los sujetos que
observan lo hacen desde un punto de vista particular, desde su ubicación dentro
de un campo de fuerza (Luhmann, 1998) o de un campo teórico.
Significa
entonces, que toda observación está condicionada por las diferentes
perspectivas de los observadores y que desde allí solo es posible tener
visiones fragmentadas de la realidad. En consecuencia, los sujetos no tienen
verdades, sino versiones construidas o co- construidas de la realidad, pero
desde un particular punto de vista o perspectiva. La situación así planteada justifica la necesidad
de otro tipo de mirada, diferente a aquella entrenada para ver cosas u objetos
(mirada cosificada) y que da cuenta de otros sujetos que, a su vez, son
observadores de y que a menudo se observan mutuamente. Me refiero a la mirada
fenomenológica mediante la cual el científico no solo puede observar a otros,
sino también a sí mismo (auto- relato) dentro de un marco profundo de
reflexión.
Este tipo
particular de mirada, supone una actitud especial en la persona que la
practica, misma que diferencia la observación del científico en relación con la
del ciudadano común. En este sentido, Schutz (1995), habla de la actitud
natural en contraposición a la actitud desinteresada. La persona con actitud
natural no le interesa, según el precitado autor, reflexionar sobre el mundo
que tiene al frente, sino actuar con cierta intencionalidad. La actitud
desinteresada del científico, por el contrario, suspende ese juicio (epoché) y
se vuelca hacia otro modo de la conciencia hasta lograr una actitud
fenomenológica total que posibilita la reflexión.
Me gustaría
finalizar este texto aclarando una confusión epistémica o quizás un dislate
literario, muy común entre ciertos miembros de la academia. Y es que, con
frecuencia oigo hablar indistintamente de observación participante y observación
fenomenológica como si se tratase de sinónimos. Ciertamente, existe una
diferencia de fondo, diría yo, entre ambas formas de mirar. Con esto quiero decir que no basta estar en un
lugar para captar, como por arte de magia, el mundo de la vida y lo que
acontece en el, es precisamente la reflexión la que tiene primacía sobre la
participación y la que vuelve discutible aquello que antes era considerado
cierto y evidente.
REFERENCIAS
Ávila, R. (2008). La
Observación, una Palabra para Desbaratar y Re- significar. Hacia una
Epistemología de la Observación. Revista Científica Guillermo de Ockham, Vol.
6, N° 1. Enero- julio, 2008, pp. 15- 26.
Schutz, A. (1974). Estudios sobre Teoría Social. Buenos Aires.
Amorrortu.
_______ (1995). El Problema de la Realidad Social.
Amorrortu.
Luhmann, N. (1998). Complejidad y Modernidad. Madrid:
Editorial Tretta.